En el bicentenario de su muerte, Martín Miguel de Güemes será recordado de una manera particular. Por segundo año consecutivo la pandemia obligó a suspender las tradicionales ceremonias que reunían a miles de salteños en las calles de la ciudad y tenían como corolario un desfile de gauchos a caballo. Pero la figura del prócer va más allá. Desde hace aproximadamente 120 años se vienen reproduciendo narrativas que tienen por finalidad exaltar su nombre y su gesta.
En 1918 se inauguró, dentro de la Catedral Basílica de Salta, el Panteón de las Glorias del Norte y ese lugar fue el elegido para que descansen los restos de Güemes. Trece años después, en un contexto político marcado por el primer gobierno de facto, se inauguró el monumento en homenaje al héroe gaucho. El entonces presidente José Félix Uriburu visitó su provincia natal para presentar la obra emplazada a un par de cuadras de la plaza principal de la capital.
Un poco más aquí en el tiempo se buscó brindar de mayor presencia a la figura de Güemes. En 1996 se creó la Bandera de Salta y su diseño tiene alusiones directas a la gesta gaucha. El diseño posee el escudo de la provincia en el centro y los colores simulan al tradicional poncho salteño -rojo, con listas y guardas negras- que era utilizado por Los Infernales, una de las divisiones del Ejército Auxiliar del Perú. Esa producción simbólica de elementos de identificación continuó con la legislación que obliga a los taxis de la ciudad a estar pintados con los colores de la bandera provincial.
Estos hechos históricos se relacionan con lo expuesto en “Poder y salteñidad. Saberes, políticas y representaciones sociales” por la antropóloga Andrea Villagrán. Allí, la profesional detalla que en el proceso de producción del héroe se crean las condiciones materiales para su deslizamiento temporal entre el pasado, el presente y el futuro. “Ello se concreta mediante una representación material, un monumento que eterniza mediante el bronce a la figura al instalarla en el presente, y sobre ella se proyecta un horizonte del pasado. Se consuma así la pérdida de ubicación cronológica y con ello el desprendimiento respecto al tiempo lineal, todo lo cual sirve a los fines de que el héroe pueda ser activado para no perder su capacidad de evocar sentidos y albergar imágenes de identificación para un pueblo o comunidad”, explica.
En diálogo con LA GACETA, Diego Maita, profesor de Historia Regional en la carrera de Comunicaciones Sociales de la UNSa, destacó la figura del héroe gaucho dentro del proceso histórico independentista y habló de la “deuda” que tienen los historiadores para que su disciplina no pierda la función social.
-. ¿Qué significa Martín Miguel de Güemes para la historia?
- La importancia de Güemes en la historia tiene que ver con que se trata de una figura cívica-militar, ubicada en la segunda década del siglo XIX, donde todavía no existía la Argentina y lo que había sido el imperio español estaba en descomposición. En ese marco, contextualizamos a Güemes como parte de un movimiento más amplio que son revoluciones independentistas en toda Hispanoamérica y, puntualmente, para lo que después va a ser la Argentina se asocia a Güemes con la defensa de lo que hoy es la frontera norte y antes era el territorio salto-jujeño que formaba parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
-. ¿Cómo se pretende mostrar a Güemes en la sociedad actual?
- Hay un uso de la figura de Güemes que no es inocente. Se proyectan ciertas virtudes del General que tienden a ser moralizantes para toda la sociedad. Los héroes tienen eso. Los héroes son un conjunto de virtudes encarnadas en un ser humano que proyectan un mandato. Entonces hoy más que nunca me parece que podemos reconocer e interpelar a esa figura construida. Güemes tuvo su origen en la clase media-alta criolla de la Salta de esa época y el Güemes héroe es el que conduce. Quizás allí haya un mandato expuesto: un hombre blanco, de la clase alta, con virtudes militares que conduce y el resto acompaña. Ahí puede haber una metáfora de proyección de cómo debe ser el poder en estas tierras.
-. ¿Cuál es su legado en la historia?
- En términos objetivos, la posibilidad de que el actual norte argentino sea teatro de guerra permitió definir un área territorial que escapó del dominio español y eso dio un elemento para que a futuro llegue el territorio argentino. Ahí se ve una cuestión de un proceso que se dio así porque hubo voluntad de la provincia de Salta, como jurisdicción autónoma, de formar la República Argentina. Hay un elemento en el proceso del que Güemes fue parte, pero no fue determinante. No es que gracias a sus batallas existe Argentina. Gracias a la lucha de Güemes, a sus gauchos y a las tropas movilizadas la soberanía siguió en manos de quienes vivían aquí y esa gente después decidió integrar la Argentina como podrían no haberlo hecho.
-. ¿La historia nacional reconoce hoy la figura de Güemes?
- Hay una recuperación de su imagen. Ese proceso es relativamente reciente. Hasta principios del siglo XX era tratado como un paria y fue invisibilizado. La figura de Güemes sí está problematizada, discutida y recuperada en los ámbitos académicos. Hay mucha discusión sobre Güemes, el proceso independentista y de movilización rural, desde hace años. Pero eso que sucede en la academia demora en llegar al resto de la sociedad. Entonces hay un doble registro, la academia cuestionando muchas cosas y la sociedad repitiendo un discurso incompleto de la vieja historia que quiere ver héroes únicos como responsables de lo bueno y de lo malo. Es una deuda que nosotros como historiadores debemos hacernos cargos, porque no podemos irrumpir en la escena pública y ahí perdemos la función social de la historia.